El estudio mundial recientemente publicado se descubrió un nuevo papel desempeñado por las bacterias que viven en los áfidos de los frijoles:
Estas bacterias suprimen las defensas de las plantas de las que se alimentan los pulgones. Como resultado, se atraen menos enemigos a las señales de socorro de la planta, lo que aumenta las posibilidades de supervivencia del pulgón. El estudio conjunto, llevado a cabo por Wageningen University & Research y la Universidad de Oxford, se publicó en la revista científica líder Nature Communications.
Cuando una planta se ve amenazada por los áfidos, se defiende liberando una mezcla de compuestos volátiles que atrae a los enemigos naturales del insecto, como las avispas depredadoras. La planta utiliza este llamado «reclutamiento de guardaespaldas» para defenderse de los ataques.
El estudio en Nature Communications descubrió que los simbiontes bacterianos del áfido del guisante aumentan las posibilidades de supervivencia del insecto al manipular las respuestas fitohormonales de la planta. En otras palabras: la bacteria suprime la señal de socorro de la planta de alguna manera. El estudio reveló un nuevo mecanismo por el cual las bacterias, conocidas como simbiontes, ayudan a los áfidos. También reveló la importancia de estudiar el microbioma de insectos (flora intestinal) para comprender la interacción entre las diferentes especies.
Control de plagas ambientalmente amigable
Los áfidos se encuentran entre las plagas más importantes para los cultivos de clima templado, y comprender la relación entre los áfidos y sus simbiontes bacterianos puede ayudar en el desafío de diseñar estrategias de control de plagas más respetuosas con el medio ambiente. Estas estrategias pueden incluir determinar la prevalencia de simbiontes protectores en poblaciones de áfidos y seleccionar variedades de plantas que, una vez atacadas por los pulgones, maximizan la atracción a los enemigos naturales de los pulgones.
Este estudio fue una colaboración entre el Laboratorio de Entomología de la Universidad de Wageningen y el Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford (Reino Unido) y fue financiado por el programa Marie Curie de la UE.