Plátanos con cascara comestible
Diez años después del accidente nuclear que se produjo en Fukushima y tras transcurrir el periodo necesario para que se pudiera garantizar la seguridad del consumo de las frutas y verduras cultivadas en la región, esta prefectura japonesa conocida anteriormente al terremoto de 2011 por su próspera agricultura ha retomado su actividad. Y uno de los productos que coge fuerza por lo innovador de su propuesta son las bananas de piel comestible, bautizadas como Kirei, que en japonés significa ‘hermoso’.
Así, los agricultores de esta fruta acaban de obtener una cosecha de gran calidad con la que pretenden revivir los negocios agrícolas de la ciudad tras el obligado letargo en los que los sumió el accidente. Eso sí, las bananas no serán precisamente baratas, pues una pieza costará cerca de 300 yenes (casi 3 dólares). Sin embargo, hay algo que las distingue del resto de competidoras: su piel comestible.
Con su cultivo, además, Japón pretende autoabastecerse en parte de sus propias bananas, ya que por ahora se ve abocado a importarlas fundamentalmente de Filipinas. Esta fruta se volvió muy popular en el país tras la II Guerra Mundial; no en vano, Japón importó 605.492 toneladas de bananas por valor de 277 millones de dólares en 2015.
Las bananas que vienen del frío
Pero en Japón las bananas Kirei no son las únicas con una piel comestible. Allí también ha debutado en los mercados una variedad de banana para cuyo cultivo se precisa el frío, ya que se desarrolla a temperaturas de 60 grados bajo cero para replantarlas posteriormente mientras se descongelan en climas más cálidos, cuya temperatura ronda los 30 grados.
Han sido bautizadas como Mongee Banana y su desarrollo ha corrido a cargo de los científicos de la compañía D&T, que han decidido imitar el clima frío de la Tierra de hace 20.000 años, cuando las primeras plantas comenzaron a brotar tras el deshielo invernal. De esta manera, se fomenta el crecimiento de la planta y se crea una cáscara comestible muy delgada. Así, mientras la mayoría de las plantas de banano necesitan dos años para alcanzar la madurez completa, las Mongee solo precisan de cuatro meses. En el sitio web de D&T Farm afirman que la cáscara de banana Mongee puede contener triptófano, que algunos estudios relacionan con la creación de serotonina, vitamina B6 y magnesio.
Eso sí, los plátanos no serán precisamente baratos pues una pieza costará cerca de 300 yenes (casi tres dólares). Sin embargo, hay algo que las distingue del resto de competidoras y es que, como decíamos, sus pieles son comestibles. Con su cultivo, además, Japón pretende autoabastecerse en parte de su propio plátano, que por ahora se ve abocado a importar fundamentalmente de Filipinas. Asimismo, resulta que es una fruta que les apasiona tras volverse popular tras la II Guerra Mundial. No en vano, Japón importó 605.492 toneladas de bananas por valor de 277 millones de dólares en 2015. Por cierto, el plátano sigue en racha pues su carácter de listo para comer la ha convertido en fundamental para la generación de las prisas.