La lechuga (Lactuca sativa L.), en sus diferentes formas y colores, es una de las hortalizas más comunes y consumidas en todo el mundo, aunque su principal producción se concentra en zonas más temperadas y subtropicales.

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En la actualidad se cultiva al aire libre e invernaderos, en suelo o en forma hidropónica; esta última evita las limitaciones que provocan las condiciones climáticas, luminosas y de suelo.

Origen y domesticación Antes de la domesticación por los humanos, la lechuga crecía de manera silvestre. Aún no está claro qué especies participaron en la evolución que condujo a la lechuga moderna. Pero hay certera evidencia de que Lactuca serriola es uno de los ancestros directos, dado que los cromosomas entre L. sativa y L. serriola son muy similares morfológicamente y no tienen problemas en cruzarse libremente (de Vries, 1990; Kesseli y otros, 1991; de Vries, 1997).

El centro de origen de la lechuga probablemente está entre Asia Menor y la cuenca del Mediterráneo (Vavilov, 1992), pero la transición a su forma comestible probablemente tuvo lugar en el área del Mediterráneo oriental, quizás en Egipto, posiblemente en la región del Tigris – Eufrates (Ryder, 1999). Desde Egipto, la lechuga cultivada y comestible se extendió a Grecia, Roma y a toda la región Mediterránea, donde fue mencionada por Hipócrates en el 430 a.C.; y Columela, en Roma, describió varios tipos en el 42 d.C.

La primera indicación de su cultivo en Europa Occidental fue encontrada en el herbario de Schöffer, en 1485, quien describió cuatro tipos de lechuga (de Vries, 1997). Fue traída al Nuevo Mundo por Cristóbal Colón en su segundo viaje; su presencia se reportó en la isla Isabella en 1494 (Ryder, 1999). En los siguientes 400 años de su introducción a América, una gran variedad de tipos y formas de lechuga han sido desarrollados y actualmente cultivados en prácticamente todo el mundo.

Estadísticas nacionales La lechuga, después del choclo y el tomate, es la hortaliza de mayor superficie nacional, representando en promedio de los últimos 7 años el 9% de la superficie total; lo que equivale, aproximadamente, a unas 6.900 hectáreas anuales.

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Como se observa en la Figura 1, la superficie hortícola nacional muestra una tendencia a la disminución, cayendo bajo las 70.000 hectáreas en 2014. Por lo mismo, la superficie de lechuga ha seguido el mismo patrón de decaimiento; sin embargo, estos resultados se han visto favorecidos por incrementos en los rendimientos de las hortalizas en general, por lo tanto, el volumen transado prácticamente no ha disminuido.

Las causales de esta baja en superficie pueden ser muchas, pero se deben considerar los problemas de falta de agua como uno de los más importantes que, en algunas regiones, como la de Coquimbo, ha sido muy crítica para la producción hortícola. Otra causal de disminución ha sido el desplazamiento de la producción hacia otras zonas, debido a la presión por construcciones habitacionales en regiones donde se produce la mayor parte de las hortalizas, incluyendo lechuga, como las regiones Metropolitana y de O’Higgins.
Figura

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